Doctora Taqué-Taqué (I): la Maricela de mi suegra recupera su...

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Doctora Taqué-Taqué: la ¿Maricela? de mi suegra recupera su eterna (y limpia) juventud (I)

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Este es un post que debía haber publicado hace casi ¡4 años! (el 21 de abril de 2013), tal como os comentaba en el post previo a este, pero ¡se me olvidó que estaba sin publicar! Os pido disculpas. Como habéis visto en el título del post, lo voy a dividir en dos post: el antes y el después, porque tengo tal cantidad de fotos que prefiero enseñaros con detalle cómo estaba y cómo quedó.

Tal como os contaba en el post de hace casi 4 años, mi suegro me había dejado dos muñecas de mi suegra para ver cómo estaban y hacerles lo que se pudiera por mejorar su estado: Maricela (la protagonista de este post) y Juanín (el hermano de Mariquita Pérez, según mi suegra) bebé.

Según mi suegra, esta muñeca era una Mariquita Pérez. Se murió creyéndolo, pero al empezar a buscar información para restaurársela me di cuenta de que las características de esta muñeca eran distintas. Entonces me puse a buscar de qué muñeca se trataba.

Me costó encontrar "quién" era, y aún no estoy muy convencida del todo, porque no es exactamente igual a las de las fotos que he visto: el pelo es un poco más largo y con tirabuzones -que he rehecho con ayuda de unas pinzas eléctricas-, el vestido no coincide -pero esto es muy relativo porque vete tú a saber cuál de los vestidos es el original…, pero no creo que el de mi suegra sea hecho en casa porque no me consta que su madre supiera coser, aunque en casa hay una máquina antigua, claro que no sé de quién es. Tengo que preguntarle a Gerardo-. No me enrollo más y os enseño una foto de la carita de la muñeca (es de las muñecas que me dan miedo).

Digo "Maricela", pero no estoy segura ni en las cejas, que son demasiado finas y alargadas, y tampoco de que tenga los párpados basculantes (en la siguiente foto se ven los pendientes, las pestañas y… ¿podría ser el párpado? También se ven bien los "piñacos" que tiene. ¡Menudo "ñasco" que nos metería si se enfada!) Vamos, que cuanto más escribo este post más me convenzo de que no es una Marisela… ¿Quién eres, monina? ¿De quién eres (eres de Santiago Molina o de otro creador de muñecas)? ¡¡¡Si alguien puede echarme una mano, estaré más que agradecida!!!

¿Véis en la siguiente foto con una hebra de algodón? Pues no lo es: eso está apolillado.

Aquí pueden verse con más detalle las pestañas, pero no cierra el párpado. Puede que después de 70 años el mecanismo esté estropeado… o puede que no tenga párpados batientes… ¡Pero qué poco sé de esta muñeca! ¡Cómo me intriga! Pero con la información a la que he podido llegar en Internet no he alcanzado a más. Apenas hay información sobre estas muñecas de los años '40 (de la postguerra), sí de Mariquita Pérez, pero escasamente del resto… Los coleccionistas de estas muñecas o bien no tienen blogs, o son muy sencillitos, con cuatro datos (o menos, incluso).

En la siguiente foto podéis ver cómo está cosida la "raya" del pelo. Esto es lo que une los mechones de pelo que forman la peluca y luego van pegados a la cabeza con cola. Suerte que la capa de pelo exterior está bastante bien conservada, para tener 70 años…

La peluca está un poco despegada por la parte trasera y también del lado derecho, pero eso tiene fácil arreglo. Mis dedotes en primer plano, jijiji.

Así estaban los tirabuzones. La peluca es de pelo natural y estaba muy apolillada en una pequeña zona (¡menos mal que era pequeña! Me dió "asquete", lo confieso, porque a mí esto de las pelucas de pelo natural siempre me han parecido "pelo de muerto" y me da bastante "yuyu"… Pero le quité la polilla y el pelo cortado, lo adecenté, y lo dejé niquelado. ¡Como una campeona! ¿Miedo yo? Jejeje)

Ahora os enseño cómo estaba el resto del cuerpo

Dentro de lo que cabe, estaba en bastante buen estado, salvo en las articulaciones, en donde podéis ver cómo le faltan trocitos de la pintura color carne (en la pierna izquierda).

Aquí podéis ver que la pierna se engancha al cuerpo mediante un alambre y que, precisamente esa pintura que falta es producida por el roce de sentar la muñeca por las posibles "rebarbas" que tenga la pierna.

Y en la pierna izquierda podéis ver cómo hay un trozo de la pierna que se mete dentro de la pierna. ¿Cómo no iban a rozarse? Lo mismo pasa en los brazos, pero están menos rozados. Seguro que se han girado menos.

Y ya que os he enseñado un brazo, os enseño las manos, que sí tienen algunos pequeños fallitos, pero para evitar que esto se convierta en el "Ecce Homo" de Borja, yo no pinté nada de nuevo. La dejé como estaba. 70 años tienen que notarse por algún lado, ¿no? Aunque ahora que tod@s vamos a ser eternamente jóvenes (¡ja! Eso será sólo para l@s ric@s, claro), tendría que repensar lo de repintarla… No, no. Mejor se queda como está.

No está tan mal. ¿No? Esta es la izquierda. Ahora os enseño la derecha, que está un poquito peor conservada, pero que tampoco se tocó (es prácticamente imposible igualar tonos. ¿Cómo consigo un color carne igual sin que quede como un pegote y el mismo rojo -aunque se vuelven a pintar todas las uñas de otro rojo similar y ya, pero lo del color carne no tiene arreglo-).

Os enseño una foto del cuerpo desde otra perspectiva.

Ahora parece que la muñeca no tiene ningún "defecto". En general su estado de conservación es bastante bueno, salvo por la cantidad de años que ha estado encerrada en el armario, y la suciedad que ha podido acumular a lo largo de ese tiempo. Sí, claro, estoy insinuando que hay que lavarla, pero… ¡¡¡DANGER!!! ¡¡¡PELIGRO!!! Y este es el peor error (y sin remedio) que se puede cometer al meterse con una muñeca de esta época: ¡son de cartón piedra!, con lo que el agua la desharía. No se pueden bañar, ni se pueden meter a remojo, ni nada, de nada. Sólo con un trapito ligeramente humedecido con un poco de lavavajillas, para que sea más efectivo con la roña añeja (jajaja). Y creedme que el resultado se notó porque brillaba. En la foto también hay brillos, pero eso es normal porque la muñeca se conserva en buen estado.

En esta foto podéis ver en detalle una foto del pie en la que se puede ver la marca del zapato y la "roña añeja" (jajaja, me partooo). ¡Y no hay más porque estaba en un armario! Que os prometo que a primera vista, con la ropa puesta, la muñeca se veía "pocha" y que necesitaba un mucho de cariño, pero parecía que no había mi*rda.

Lo que desconozco es el mecanismo de la tripa qué haría, y como ella ya no estaba, pues ya no podía preguntarle… ¿El tamaño de la muñeca? Un pelín más grande que una Nancy.

Más fotos del cuerpo de la muñeca.

Se pueden ver pequeños roces en la pierna derecha, y cómo las piernas no son perfectas, de ahí que se rocen con el cuerpo al sentar la muñeca.

Y ahora vamos con la ropa de la muñeca. El estampado muy discreto no es. Lo sé. Pero cuando os enseñe el de los pololos… 

El vestidito tiene bolsillos (no sé para qué si total no puede meter las manos en los bolsillos… No, en serio, me encanta la ropa con bolsillos). puntilla y eso que lleva alrededor de los bolsillos y en el cuello que no sé cómo se llama. Es muy sencillito, pero es mono. El estampado no me gusta, pero no me espanta. Los hay mucho peores.

En esta foto podéis ver los pololos. ¡Si que es discretito el estampado! ¡Combina a las mil maravillas con el vestido! :S

Así de machacadito estaba el pobre vestidito… El pobre necesitaba un camión (o dos) de amor, además de un buen lavado y suavizado (también para que oliera a limpio, aunque el olor del alcanfor es difícil de sacar…)

¿Qué? ¿Discreto o no? Bonito, bonito, no se puede decir que sea…

Como bisnieta, nieta e hija de zapateros fabricantes de zapatos (será eso, que lo llevo en la sangre, porque no puedo evitar fijarme siempre en los zapatos…) esta es la pieza que más me ha gustado de la muñeca: los zapatitos.

Parecen tal cual los zapatitos de un bebé. Son de cuero auténtico y están en muy buen estado de conservación, sólo que al zapato derecho le falta la suela. Pensé en hacer una nueva con cartón pluma, pero iba a quedar "pegote", así que también lo dejé que se quedara tal cual.

¿A que parece un pie de verdad? Son muy chulas las sandalias :D.

¿Véis cómo le falta la suela a la sandalia derecha? Se ven los restos de la cola y el trazo del lápiz del patrón. No, por desgracia, mi padre murió cuando yo tenía 11 años y no le dio tiempo a enseñarme a hacer zapatos, pero me habría encantado aprender. ¡Quién sabe a qué me dedicaría hoy en día si él no se hubiera muerto! Pero eso es mucho especular… ¡Lo distinta que habría sido mi vida con él! También, con mi suegra. Todavía la sigo echando muchísimo de menos… Mejor sigo con la muñeca, que no quiero ponerme triste.

Bueno, pues hasta aquí el antes. Mañana podréis ver cómo quedó definitivamente la muñeca, y ya me contaréis qué os parece esta vieja intervención de la Doctora Taqué-Taqué.

¡Nos vemos (leemos)!

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